domingo, 1 de mayo de 2016

POLÍTICA FISCAL





Política fiscal en Guatemala



Yo tengo una visión sencilla respecto a la politica fiscal de Guatemala, ojalá Guatemala cambiará varias cosas en relación a su política, porque igual siempre eligiría mi pais, me quedo con mi pueblo, con mi clima, con el carácter de mis paisanos, con las buenas y grandes cosas que tenemos, y a las que lejos de renunciar, creo que no me hallaría en otro sitio que no fuera Guatemala, pero me gustaría vivir en un país que tuviera prohibido el deshaucio de las personas de sus casas, porque haya unas instituciones públicas que velen por ello, y por tanto los bancos no se puedan encargar de suscribir hipotecas a la gente. Un país donde si se propone un « X » en una empresa privada, el empresariado y el accionariado respondan con sus recursos, en vez de hacerse los locos, un país donde no se defendiera a los corruptos por parte de sus jefes de filas, sino que fueran inmediatamente apartados de la vida pública...un país donde no se jugara a la Lotería, ni a ningún juego similar, no porque estuviera prohibido, sino porque la gente no pensara en hacerse rica...


 

Me gustaría un país donde se cuidara y ayudará a la función pública, donde las palabras "funcionario público" fuesen sagradas, porque representaran lo mejor que uno puede hacer por los demás, es decir, dedicarse al servicio público, un país donde no pueda faltar nunca dinero para pensiones de nuestros mayores, escuelas y hospitales, porque se considere la mejor inversión del Estado, un país donde no existan herramientas que contribuyan al fraude fiscal de los más ricos, porque exista una política de imposición progresiva y justa, donde los que más tienen y más ganan contribuyan más a la riqueza colectiva. Un país solidario con toda la Comunidad Internacional, en su política de contribución a la Cooperación y al Desarrollo, un país sin Ejércitos, ni Casa Real, ni perteneciente a ninguna Organización Internacional de tipo belicista.

 

Me gustaría vivir en un país donde la religión fuera sólo objeto de culto en el ámbito privado, y no tuviera rastro de presencia en ningún ámbito público, en especial en las escuelas, un país donde los servicios públicos fueran realmente públicos, y sólo estuvieran sujetos a la rentabilidad social, que fuesen universales, totalmente gratuitos, pensados para las personas, y no en función de los criterios de mercado, un país donde la Justicia fuese realmente igual para todos, sin privilegios según la casta económica y política a la que se perteneciera, y donde la Hacienda Pública recaudara a las personas físicas y jurídicas según su capacidad, un país donde los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad no actuaran para reprimir al pueblo en el ejercicio de sus legítimos derechos, sino que los amparara en los mismos, donde los mandos policiales no vieran a la gente en las calles como sus enemigos, un país donde las infraestructuras estuviesen pensadas como un gran motor de la economía productiva, y fuesen realmente útiles para los ciudadanos, sin pensar en obras faraónicas para el beneficio de las grandes empresas constructoras...

 

Me gustaría vivir en un país donde el deporte y la cultura en general fuesen un bien de dominio público, sufragados al 100% por el Estado, y de acceso general y gratuito para toda la ciudadanía, y por tanto, todos tuviéramos libre acceso a conciertos, teatros, museos, libros, Internet, un país sensible con los más desfavorecidos, solidario con los que menos tienen, implacable con los que más tienen, sensible a la desigualdad, un país con pleno empleo, donde la inactividad laboral fuera residual, un país donde todo el mundo, toda la ciudadanía adulta, disfrutara de un modo u otro de una prestación básica para poder vivir dignamente, y los jóvenes no tuvieran que emigrar en busca de empleo, ni nuestros niños sufrieran de malnutrición.

 

Un país donde los grandes sectores estratégicos de la economía estuvieran al servicio de los ciudadanos, un país con muchos bancos públicos, que respetaran la ética profesional, y no estuvieran al servicio de la avaricia, la ambición y el lucro personal de sus Directivos, un país con soberanía política para tomar sus propias decisiones, pero también con soberanía alimentaria, y también con soberanía energética, un país donde la Sanidad y la Educación fuesen los dos grandes tótems sagrados, intocables, y un país donde la igualdad se respetara a rajatabla, donde mujeres y hombres no estuviésemos sujetos a ningún rol, donde ambos sexos pudieran desarrollar por igual sus capacidades, donde pudieran tener las mismas oportunidades, y donde se respetara a todo el mundo, sin tener en cuenta opciones sexuales, ni de raza, ni de religión, ni de opinión, ni de estatus económico y social...



Conclusión 

Me gustaría, en definitiva, vivir en un país donde la palabra competitividad hubiera sido sustituida por cooperación, ambición por igualdad, corrupción por honestidad, pobreza por dignidad, hecatombe y barbarie por justicia social.

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